Quizá el irreductible espíritu crítico de Bakakai esté más cercano al del café de tertulias de principios del s. XX, o al de la instalación contracultural multiusos de los sesenta y setenta. Creando situaciones, generando vínculos humanos, tejiendo o impulsando escenas, la «Librería de avisos» Bakakai significa un contacto de primera mano con la más neta actividad cultural de Granada. Nada más adentrarse en el local, se constata que allí se cuece con sustancia. Su admirable selección, recolectada con mucho esfuerzo, erudición y cariño, produce vértigo. No en vano, el motor principal de Bakakai está compuesto por Sonia y Raj, dos terceras partes de la imprescindible revista literaria Vacaciones en Polonia que desde aquí os recomendamos fervientemente. Fueron ambos quienes abrieron las puertas de de Bakakai hace un año (como en el caso de Pequod) y también ambos respondieron de forma tan certera y enriquecedora a nuestras humildes preguntas:
Presentadnos brevemente vuestra librería.
La «librería de avisos» BAKAKAI es un lugar a pie de calle sito en Granada que mueve fondo tanto nuevo como de segunda mano muy escogido, y autoediciones de material libresco y sonoro. Se intenta seleccionar el fondo sin pretensiones de subrayar lo «bueno», pero sí de generar una inquietud sensitiva y crítica, facilitando el encuentro con una lectura de real interés, por uno u otro motivo, emancipadora, transformadora. Recomendamos la lectura del hallazgo detonante y la transmisión de avisos en este sentido.
¿Qué os llevó a convertiros en libreros?
Conseguir el modo de autoemplearse aprovechando la afinidad con lo literario o el conocimiento editorial. Viniendo de diversos oficios relacionados con el libro y las artes gráficas, somos conscientes de las dificultades que encuentran en el gran mercado los libros editados de manera independiente, así que nos animamos a distribuirlos nosotros mismos, si bien ponemos a disposición también un variado fondo de títulos de editoriales comerciales, que consideramos de especial interés.
¿Han cambiado últimamente las cosas en el negocio? ¿Qué tal os va?
No tenemos elementos de contraste entre un antes y un después de un año a esta parte, el tiempo que lleva abierta la BAKAKAI. Como siempre estuvimos en crisis también antes de la crisis, no tenemos noción ni referente claro y distinto de la cosa. La librería se autogestiona desde el principio y esto es lo importante.
¿Por qué necesitamos librerías «físicas»?
Por el afecto que conlleva el trato humano, única cosa que todavía nos ancla al miserabilismo ambiente. Bakakai reivindica el oficio de librero como figura clave entre el libro y el lector, frente al tinglado consumista de la mercancía vacua y el espectáculo mediático de adocenamiento de masas. La diferencia entre el librero de oficio y el profesional de una gran superficie, entre la librería como punto de encuentro y agitación, de transmisión de avisos, y la estulticia interesada de las grandes superficies, sean materiales o virtuales, entre la cantidad y la calidez, entre la exposición de saberes y el conocimiento de primera mano no es más que la distinción entre lo humano y lo mercantil. Al individuo no le viene nada bien tenerlo todo de una vez ni la falsa ilusión de abarcarlo todo si ello no va acompañado de una vivencia «física».
¿Cuál creéis que es la fórmula para sobrevivir en este negocio?
Con la que está cayendo, la pregunta tendría que ser para todos: ¿cuál es la fórmula para sobrevivir en el mundo? Subvertir la fórmula contra la lógica imperante de instrumentalizar y dirigirlo todo, darse el disfrute de hacer, en la medida en que pueda hacerse, lo que a uno le venga en gana sin generar tiranía ni relaciones de poder.
¿Soléis hacer presentaciones u otro tipo de actividades en vuestra librería?
Sí, la cosa se concibió no solo como un lugar donde pudieran encontrarse o adquirirse ciertas publicaciones, sino desde donde poder darse el lujo de llevar y acoger a cierta gente que para nosotros tiene mucho que decir. Una librería es, típicamente, un espacio que se presta a hacer intercambios y presentaciones, pero también exposición de trabajos y debates colectivos.
¿Qué es lo que más os gusta de vuestra librería? No podéis decir que los clientes…
No creemos que la gente que se acerca a la BAKAKAI quiera ser tratada como tal ni al librero de oficio le agrade ese tipo de relación en general. Es curioso cómo la gráfica, la imagen o la música despiertan inmediatamente la empatía. Encontrarse con el entusiasmo campando a sus anchas por la librería, frente al obligado escepticismo, es lo que más mola.
¿Os parece importante apostar por editoriales pequeñas?
Habría que distinguir la intención de cada una, porque en realidad hay editoriales pequeñas que funcionan a pequeña escala como las grandes, o cuyas pretensiones son las mismas. Se prefieren las pequeñas y las autoediciones, desde luego, siempre y cuando no tengan intención de exclusividad, al igual que se prefiere a los autores que no han tenido pretensión de autoría a lo largo de la miserable historia de la humanidad escrita y firmada por los de siempre. Como se publica mucho y malo, habrá que seleccionar; y como otros libros que merecen la pena leerse no han sido reeditados o se encuentran descatalogados u olvidados en zulos remotos, habrá que dar con ellos, sean de edición independiente o no.
¿Cuáles son vuestros objetivos a corto y largo plazo?
A corto y largo plazo, que la BAKAKAI pueda seguir funcionando tal cual, con la misma independencia y actitud crítica con la que empezamos.
Decidnos qué 3 autores son vuestros favoritos ahora mismo. ¿Algún libro que os haya sorprendido últimamente?
Sorprenden muchos, tanto de nueva como de vieja edición, a veces sorprenden más las ediciones que el texto en sí, o el texto más que el autor, o todo a la viceversa, para bien o para mal. Manejamos positivamente la noción de «polaco» como antena de aproximación hacia lo heterodoxo, lo insólito, lo subterráneo o marginal, con un contenido profundo y sustancioso de querer hablar al pueblo desde las entrañas del Único, que diría Stirner. Tan polaco es Pablo Palacio como Jan Potocki o Pablo Cobollo.